Permitir que los alumnos de quinto elijan sus propios libros y tiempos de lectura supuso un gran desafío. No obstante se fundamentó en crear un nuevo interés en el acto de leer, acercándolos desde un lugar diferente.
En primer lugar escogí autores reconocidos de literatura infantil, porque para mí son los buenos autores quienes fabrican lectores. Resultó fundamental poner al alcance de los chicos gran variedad de textos, para darles la oportunidad de que encuentren “su literatura”.
Una vez seleccionados los títulos fue imprescindible leer cada una de las obras para poder contagiar el interés por estos libros.
Más tarde se realizaron actividades para “aprender a escoger un libro”, para terminar con la elección del primer libro de cada uno. Iniciar el proceso implicó diseñar ciertas “normas de lectura”. La idea era fomentar la lectura de una manera distinta, incitar y no obligar, por eso se pactaron ciertos límites.
La primera pauta fue la lectura de como mínimo seis libros completos durante el año escolar. En un principio les pareció una exageración, pero hoy cuentan los libros que leyeron hasta el momento y no pueden creer que lo hayan logrado.
En segundo lugar, si un libro no es lo que esperaban, luego de la lectura de tres o cuatro capítulos pueden devolverlo y seleccionar otro, pero saben que el próximo deben leerlo completo. Con esto se fomenta que realicen la elección de su libro con seriedad, pero sin obligar a leer lo que realmente no les gusta o no les interesa.
Como bibliotecaria estoy totalmente de acuerdo en que podemos iniciar la lectura de un libro que nos atrajo por su tapa, por su título o su reseña y luego de unos capítulos, sentirnos aburridos. Por eso incito a que le den la oportunidad a la obra, pero si no logra atraparlos es mejor que busquen algo que realmente los lleve a quedarse un ratito más, a “comerse” algunas páginas para saber cómo sigue la historia. Si eso no sucede, el sentido de la literatura como esparcimiento no existe, y el fin de este proyecto tampoco.
Por último, en este último tiempo se estableció un sistema de reservas de “los libros que me gustaría leer”. Esto evita discusiones en relación a “a quién le toca ese libro”.
De esta forma cada uno va eligiendo sus propias historias. Algunos escoger leyendas y fábulas; otros historias de amor; varios, cuentos de terror y muchos seleccionan aventuras de misterio, con chicos como ellos, como protagonistas.
Conversar entre todos sobre nuestras apreciaciones en torno a un libro del grupo o a nuestras lecturas individuales fuera de las escolares dan cuenta que el propósito inicial está cumplido ya que para muchos, la lectura hoy forma parte de la cotidianeidad y deja de ser sólo una mera práctica escolar.
Hoy tengo la responsabilidad insoslayable de ofrecer estos libros, recalcando lo mejor de ellos para que formen lectores, iniciando el proceso continuo que comienza en los primeros años y sigue durante toda la vida.
En su mayoría los chicos han leído como mínimo cuatro libros en la primera mitad del año y todas las semanas nos reunimos para conversar sobre lo leído, leer silenciosamente, realizar las fichas bibliográficas, dar recomendaciones de libros, pero sobre todo para intercambiar libros. Y el entusiasmo se aprecia cada jueves.
1 comentario:
aunque no haya comentarios, este proyecto es genial!!!
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